Despedimos a Edith Ballantyne, wilpfera centenaria y referente

Nuestra presidenta de honor, Carmen Magallón, y nuestra vicepresidenta Manuela Mesa rinden homenaje a Edith Ballantyne, wilpfera de larga trayectoria por la paz recientemente fallecida a los 102 años.

Adiós a Edith Ballantyne, la memoria viva de WILPF, por Carmen Magallón

Parecía que iba a vivir siempre, pero no ha sido así. Edith Ballantyne, la integrante de WILPF de mayor edad y recorrido dentro de la organización acaba de irse de este mundo. Tenía 102 años.

Pese a su azarosa vida, mantuvo hasta el final una mente lúcida y una sonrisa entrañable, como puede verse en la foto (cortesía de Heidi Meinzolt) de la celebración de sus cien años con algunas wilpferas: Helena Nyberg, Shirine Jurdi, Heidi Meinzolt, entre ellas.

Muchas la conocimos en el Congreso de La Haya, en el año 2015, y pudimos escucharla en diversas reuniones online.  De esa escucha, quedó en mí el mensaje de la necesidad de mantener vivas las redes de sororidad y apoyo entre mujeres, las redes que a ella le devolvieron su humanidad -según sus palabras- mientras vivía exiliada con su familia en Canadá.

Había nacido Edith, de apellido Müller, el 10 de diciembre de 1922, en la ciudad silesia de Jägerndorf/Krnov, actual República Checa,  creciendo luego en la pequeña ciudad bohemia de Tachov.  Aprendió a defender los derechos humanos en su familia,  siendo testigo del compromiso de su padre, dirigente del Partido Socialdemócrata de Bohemia, con los trabajadores, y del de su madre, a la que ve acoger y cuidar  a quienes comenzaban a huir de la persecución  nazi.  Hasta que en 1938, cuando Hitler se anexiona los Sudetes, ellos mismos tendrán que huir, llegando a Canadá, a través de Inglaterra.

Edith nos habló de la dureza de los primeros años de su exilio en Canadá, sin apenas conocer el idioma, su familia trabajando para la  Canadian-Pacific Railway Company; de cómo trasladados a  Toronto, encuentra trabajo como cocinera y limpiadora. Hasta que un día, un grupo de mujeres que se presentaron como integrantes de WILPF, llamó a su puerta y la salvaron -esa fue su expresión.

 En los años 30 y 40 del siglo XX, las mujeres de WILPF de Canadá siguiendo los pasos de Jane Addams, que había fundado una casa para inmigrantes en Chicago, buscaron a las personas refugiadas y les ofrecieron todo su apoyo. A Edith la invitaron a sus reuniones, le enseñaron el idioma, le informaron de sus derechos y la ayudaron a encontrar  un trabajo mejor.  Ella nunca lo olvidó. Este sería uno de los mensajes que siempre transmitió a WILPF:  el valor de la acogida y el apoyo a migrantes y refugiados.

Más tarde, todavía en Canadá, trabajó como editora en la industria cinematográfica, como redactora en el periódico Montreal Standard y en el programa en alemán de la emisora de radio CBC. En 1945 se casa con Campbell Ballantyne, periodista de la OIT (Organización Internacional del Trabajo) trasladada a Canadá durante la II Guerra Mundial.  En 1948, cuando la OIT regresa a Ginebra, se instalan en esta ciudad, en la que Edith dedicará dos décadas a criar a sus cuatro hijos.

En 1968 Edith empieza a realizar trabajo voluntario en la oficina central de WILPF, en Ginebra. Sería el comienzo de un compromiso total y entregado a la causa de la paz y la justicia, desempeñado como Secretaria General de WILPF primero (1969-1992) y posteriormente como Presidenta (1992-1998).

Con los años, se convertiría en una figura respetada en el ámbito internacional y con ella crecería así mismo la autoridad de WILPF. Fueron muchos los eventos y muchas las enseñanzas que podrían resaltarse y que nos fue transmitiendo en sus conversaciones.  En el Congreso de La Haya, 2015, celebrando los 100 años de WILPF, pudimos conocerla en persona. Algunas compañeras aprovecharon la ocasión para fotografiarse con ella.

Por el momento que estamos viviendo, quisiera destacar brevemente su radical defensa de las Naciones Unidas. Edith pensaba que era una organización esencial para mantener la paz internacional, sin duda mejorable, pero que incluso en sus aspectos más criticados, como la existencia de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad (CS) y su poder de veto, habían ayudado en ocasiones a evitar la guerra. Sin embargo, decía, en los últimos tiempos el CS no está haciendo bien su trabajo y no hay que dejar que ejerzan su poder para decidirlo todo, pues vemos cómo ponen por delante sus intereses nacionales.

Pensaba que el trabajo de la política internacional era clave para una política de paz, y que había que empezarlo desde la implicación de la ciudadanía en cada país, único modo de que a las NNUU llegaran los mejores. Rechazaba las intervenciones humanitarias, que se habían mostrado más como un  modo de cambiar regímenes desde fuera, y también las sanciones económicas, por recaer más en las poblaciones que en los gobiernos.

Como no es el propósito de este obituario compendiar tanto mensaje valioso y tan larga vida en un texto que pretende ser corto, termino animando a conocer más y mejor a Edith Ballantyne, leyendo historias sobre ella y escuchando sus intervenciones. A través del conocimiento puede seguir siendo lo que ha sido para muchas de nosotras: una valiosa fuente de inspiración. Sigamos dándole vida a través del recuerdo y de la defensa de sus valores, unos valores, los de WILPF, que también son los nuestros.

Edith Ballantyne (1922-2025): Un legado de paz y justicia social, por Manuela Mesa

Desde el cariño, la admiración y el agradecimiento, despedimos a Edith Ballantyne, incansable defensora de la paz y la justicia social, quien dedicó su vida en la lucha por un mundo más justo e igualitario. Ella es un referente para todas nosotras.

Nacida en la antigua Checoslovaquia el 10 de diciembre de 1922, Edith y su familia tuvieron que de su hogar en Bohemia ante el nazismo y se establecieron en Canadá como refugiados. Edith pasó gran parte de su juventud trabajando para la Canadian Pacific Railroad Company, limpiando y arando la tierra. Después se  trasladó a Toronto donde trabajó como empleada doméstica para sobrevivir y fue allí donde tuvo su primer encuentro con WILPF.  ‘Una mañana sonó el timbre de la puerta, abrí y allí estaba esta mujer que se presentó de la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad”, que la invitó a una reunión. Este encuentro supuso un cambio fundamental en su vida.

Es realmente imposible enumerar todo el trabajo y los logros de Edith a lo largo de su vida. En 1948 se mudó a Ginebra. Ella siempre ha tenido la convicción de que el cambio social es posible cuando se lucha con determinación y principios. Fue presidenta y secretaria de la Conferencia de ONG y organizó numerosas actividades en Naciones Unidas sobre desarme, derechos humanos, racismo y medio ambiente.

En Ginebra volvió a retomar el contacto con WILPF y acabó convirtiéndose en Secretaria General de WILPF en 1969 y permaneció en este cargo durante 23 años, antes de convertirse en Presidenta de WILPF de 1992 a 1998.

Ella no se consideraba idealista, pero no concebía otra forma de estar en el mundo si no era trabajando a favor de la paz y la justicia social. Edith creía firmemente que el camino hacia la paz es político: “Cuando se habla de paz, cuando se quiere trabajar por la paz, no se trata sólo de derechos humanos. Los derechos humanos son sólo una parte de un gran conjunto. El marco político en el que esto es posible es muy importante” señaló en numerosas ocasiones.

Quienes la conocieron la recordarán no solo como una líder, sino como una mujer cercana, de principios firmes, que jamás dejó de aprender ni de inspirar a otros.

Edith nos deja un inmenso legado a favor de la paz y la justicia social, por el que seguiremos trabajando, desde la inmensa gratitud por su compromiso y por ser una inspiración para todas aquellas personas que la han conocido a lo largo de estos años. Hasta siempre Edith.

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