Construir un mundo libre de armas nucleares

“La abolición nuclear no es una ambición fantasiosa, es una posibilidad práctica, y es imprescindible para la supervivencia, la paz y la justicia”, escribe nuestra compañera Ray Acheson, de Reaching Critical Will, el programa de desarme de WILPF, en el marco de la Primera Conferencia de Estados Parte del Tratado sobre Prohibición de Armas Nucleares que está teniendo lugar en Viena. Un año y cinco meses después de la entrada en vigor de este acuerdo de vital importancia para la humanidad y el planeta, seguimos lamentando que el Gobierno de España no haya firmado este texto y haya rehusado la invitación a asistir como observador a la Conferencia de Viena, donde se están sentando las bases de un mundo libre de la aniquilación que provocan las armas nucleares. Con la campaña #10razonesfirmaTPAN, WILPF España, junto a más de cuarenta organizaciones pacifistas en España, lleva desde enero de 2021 recordando al Gobierno de España que su autoproclamado compromiso por la paz y los derechos humanos debe materializarse apoyando el TPAN, logro del movimiento pacifista internacional.

El artículo original, en inglés, se puede encontrar aquí. El texto entre corchetes no forma parte del artículo original y es una aportación de WILPF España para explicar el contexto de la situación en nuestro país.

Este momento histórico de la Primera Conferencia de Estados Parte del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares tiene lugar en un momento de guerra activa entre los Estados con armas nucleares. Se han proferido amenazas explícitas de utilizar dicho armamento, y el alarmismo en todos los bandos es desenfrenado. Los principales medios de comunicación y los líderes políticos han intentado restar importancia a las repercusiones de una posible guerra nuclear y normalizar las amenazas y los riesgos nucleares, al tiempo que se culpan mutuamente del peligroso juego que se está desarrollando. Con este sombrío telón de fondo, los Gobiernos responsables se reúnen en Viena para emprender el serio trabajo de establecer la hoja de ruta para la aplicación del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN).

El Tratado en sí es un logro histórico. Apoyado por más de dos tercios de los miembros de las Naciones Unidas durante su adopción en 2017, el TPAN ha sido ratificado desde entonces por 65 países y firmado por 86. Cada vez se suman más Gobiernos, y otros asisten a la Primera Reunión de los Estados Parte como observadores [lamentablemente, el Gobierno español no es firmante del TPAN ni acude a la reunión en Viena, desoyendo un reclamo de las organizaciones pacifistas]. Cientos de ciudades y pueblos de todo el mundo han pedido a sus Gobiernos que se adhieran a la TPAN [en España, se han unido Zaragoza (gracias al empuje de las wilpferas de la ciudad), Barcelona, Cádiz, Coruña, Granollers… y el Parlamento de Navarra ha expresado su apoyo al Tratado, tras una sesión de trabajo con WILPF España que te contamos aquí] y miles de parlamentarios de todo el espectro político se han comprometido a hacerlo realidad. Las instituciones financieras, como los bancos y los fondos de pensiones, están retirando importantes cantidades de dinero que beneficiaban a productores de armas nucleares. Organizaciones de todo el mundo están trabajando a nivel local, nacional e internacional para dar a conocer el TPAN y movilizar el apoyo público a la abolición de las armas nucleares.

El juego nuclear ha cambiado. En los últimos cinco años, y en los muchos años que precedieron a la adopción de la TPAN, la teoría de la disuasión nuclear se ha puesto en tela de juicio y la ortodoxia nuclear ha sido socavada [para más información sobre las bases de este discurso de la disuasión y su relación con el patriarcado militarista os recomendamos el informe de Maribel Hernández Armas Nucleares. Avances y retos hacia una paz feminista y medioambiental, que puedes leer pinchando en el título]. Los puntos de vista y las experiencias de quienes han vivido las armas nucleares, incluidos los de las comunidades indígenas y otras afectadas, han empezado a ser escuchados por fin como una alternativa a quienes tradicionalmente operan sin rendir cuentas en los pasillos del poder. Se han establecido nuevas relaciones, al tiempo que se han compartido estrategias y lecciones entre quienes buscan la justicia y la paz en nuestro mundo en tensión.

Durante los próximos tres días, este trabajo continúa. Los Estados reunidos en Viena tendrán que tomar decisiones sobre aspectos clave de la aplicación del TPAN. Tendrán que debatir y acordar los plazos para el desarme y el fin del reparto nuclear, las estructuras institucionales, las disposiciones para la asistencia a las víctimas y la reparación del medio ambiente.

A menudo se nos dice que no podemos marcar la diferencia, que los Estados con armas nucleares nunca se desarmarán, que sólo estamos jugando al margen de la política de las grandes potencias, perdiendo nuestro tiempo. A pesar de estas advertencias, hemos creado juntos la TPAN. En esta reunión, consolidaremos el marco para avanzar en sus objetivos.

Los Estados con armas nucleares diseñaron y construyeron deliberadamente armas para cometer atrocidades. Para destruir ciudades enteras, para aniquilar poblaciones enteras, para causar daños duraderos a generaciones. Esta fue su creación. La nuestra es un Tratado que busca eliminar estos atroces crímenes contra la humanidad y construir una base duradera para la cooperación internacional sin armas de destrucción masiva

Debemos cuestionar constantemente la idea de lo que es posible e imposible. Debemos cuestionar constantemente la noción de quién puede decir lo que es posible e imposible. Los Estados con armas nucleares diseñaron y construyeron deliberadamente armas para cometer atrocidades. Para destruir ciudades enteras, para aniquilar poblaciones enteras, para causar daños duraderos a generaciones. Esta fue su creación. La nuestra es un Tratado que busca eliminar estos atroces crímenes contra la humanidad y construir una base duradera para la cooperación internacional sin armas de destrucción masiva. La abolición nuclear no es una ambición fantasiosa, es una posibilidad práctica, y es imprescindible para la supervivencia, la paz y la justicia.

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